La Mariposa de los Colores y el Jardín de Flores Enredado

cuento infantil emociones

Queridos padres, abuelos, familiares y educadores:

Os presentamos un cuento lleno de belleza y color: “La Mariposa de los Colores y el Jardín de Flores Enredado”. Esta historia delicada y visual está pensada para acompañar a los más pequeños en su viaje de descubrimiento del mundo interior de las emociones.

A través de las alas de nuestra Mariposa, que se adornan con diferentes colores según cómo se siente, los niños podrán explorar y familiarizarse con emociones básicas como la alegría, la tristeza, el enfado, el miedo y la calma. Veremos cómo, al igual que las flores de un jardín, estas emociones pueden florecer juntas o, a veces, enredarse y confundirse. Pero aprenderemos que todas las emociones son valiosas y forman parte de nuestro hermoso jardín interior.

Os invitamos a leer este cuento con vuestros niños, deleitándoos con la magia de las alas de la Mariposa y la belleza del jardín de flores. Anímales a participar, a hablar sobre los colores de las alas y a reconocer cómo se sienten ellos mismos, como pequeñas mariposas en vuelo. Después de la lectura, os proponemos unas preguntas sencillas para reflexionar juntos y seguir explorando este tema tan delicado y esencial: el jardín secreto de las emociones.

Había una vez una Mariposa de los Colores. ¡Sus alas eran mágicas y contaban cómo se sentía!

Cuando la alegría llenaba su corazón, sus alas se cubrían de un amarillo brillante, ¡amarillo como los girasoles que miran al sol! Cuando la tristeza la envolvía, sus alas se teñían de azul, azul como las campanillas que se mecen con la lluvia suave.

Si sentía enfado, sus alas se encendían de rojo, ¡rojo como las amapolas que se abren al fuego del verano!

Si el miedo la invadía, se volvían negras, negras como las violetas oscuras que se esconden en la noche.

Y cuando la calma la abrazaba, se volvían verdes, verdes como las hojas de las margaritas que se extienden en la pradera tranquila.

Pero, ¡ay!, un día… ¡Un día la Mariposa se despertó y…! ¡Sus alas eran un verdadero jardín enredado! Tenía pétalos amarillos mezclados con azules, manchas rojas sobre fondos negros, y hasta un poquito de verde perdido entre tanto color revuelto.

—¡Oh, no! —pensó la Mariposa, muy preocupada, mirando sus alas en un charquito de agua clara—. ¡Mi jardín está todo enredado! ¿Qué flores están floreciendo hoy en mis alas?

Mientras revoloteaba por el jardín, se encontró con una niña llamada Clara. Clara amaba las flores y ¡conocía todos los secretos de los jardines!

—¡Mariposa! —exclamó Clara al verla, con sorpresa—. ¡Pero si tus alas parecen un jardín silvestre! ¿Qué le ha pasado a tu jardín de colores esta vez?

La Mariposa agitó sus alas con pesadumbre.

—No lo sé, Clara —respondió con voz suave—. Siento mis alas… raras. Como si tuvieran muchas flores diferentes… ¡Todas juntas y revueltas!

Clara, que era muy observadora, sonrió con una idea.

—¡Mmm… ya sé! —exclamó contenta—. ¡Son las emociones! A veces florecen todas juntas en nuestro jardín interior, como si fueran semillas mezcladas. ¡Pero no te preocupes! Vamos a ordenar tu jardín de flores, ¿quieres que te ayude?

La Mariposa asintió con sus antenitas, muy esperanzada de que Clara, con su sabiduría de jardinera, pudiera ayudarla.

Clara, con paso ligero, fue a buscar unas macetas de barro que estaban vacías.

—Mira, Mariposa —le explicó con dulzura, mostrando las macetas—. Vamos a trasplantar cada tipo de flor a una maceta diferente. Así podrás ver cada emoción como un pequeño jardín separado y entender qué está floreciendo en tus alas.

Con cuidado, Clara separó los pétalos amarillos que adornaban las alas de la Mariposa y los plantó con delicadeza en una maceta.

—¡Mira, estos son los girasoles de la alegría! —dijo Clara con entusiasmo, mostrando la maceta con los pétalos amarillos—. La alegría es brillante y cálida, como el sol que hace crecer los girasoles. Mariposa, ¿qué cosas te hacen sentir alegre, muy muy alegre, como un girasol al sol?

La Mariposa pensó un momento, revoloteando alrededor de la maceta. Agitó sus alas amarillas y, de repente, ¡sus antenitas se iluminaron!

—¡Ya lo sé! Volar libre por el campo con mis amigas mariposas —dijo con una sonrisa radiante—. ¡Y también… libar el néctar dulce de las flores, fresquito y delicioso!

Clara, con ternura, separó ahora los pétalos azules y los plantó en otra maceta.

—Ahora, estas son las campanillas de la tristeza —le explicó suavemente, señalando la maceta azul—. La tristeza es delicada y tranquila, como las campanillas que se mecen con la lluvia suave. A veces, Mariposa, está bien que florezcan campanillas azules en tu jardín. ¿Qué cosas te ponen un poquito triste a ti, Mariposa?

—Mmm… —pensó la Mariposa bajando un poco sus alas—. ¡Cuando se acaba la primavera y las campanillas se marchitan! —dijo con nostalgia—. ¡Y también… cuando una nube de lluvia me moja las alas y no puedo volar…!

Clara, con mucho cuidado, siguió trasplantando las demás flores de las alas de la Mariposa, una a una y con mucho mimo. Trasplantó las amapolas rojas del enfado (—¡Uf! ¡Cuando una avispa me pincha con su aguijón! —dijo la Mariposa, agitando sus alas rojas con fastidio). Luego las violetas negras del miedo (—¡Ay, qué susto! ¡Cuando un búho grande me mira con sus ojos brillantes en la noche oscura! —dijo la Mariposa, temblando un poquito). Y por último, las hojas verdes de las margaritas de la calma (—¡Ahhh…! Qué paz… Cuando me poso sobre una hoja de margarita al sol y descanso mis alas —dijo la Mariposa, cerrando los ojos y relajándose).

Al final, ¡por fin!, el jardín de las alas de la Mariposa volvió a estar ordenado. ¡Cada tipo de flor tenía ahora su propia maceta de barro! Y la Mariposa, al ver sus alas así, ¡se sintió muchísimo mejor!

—¡Muchísimas gracias, Clara! —le dijo la Mariposa a la niña, revoloteando alegremente a su alrededor, con sus alas de colores ordenados y brillantes—. Ahora entiendo mucho mejor qué flores están floreciendo en mi jardín interior y qué significan mis emociones. ¡Ya no está todo mezclado y revuelto!

Clara le devolvió la sonrisa, muy contenta de haber ayudado a su amiga Mariposa-Jardín.

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—No hay de qué, Mariposa —le respondió con cariño—. Recuerda, todas las flores de tu jardín son hermosas e importantes, cada una florece a su tiempo. Lo más importante es aprender a cuidar de tu jardín interior, entender qué flores están floreciendo y aceptarlas como son.

Y desde aquel día tan florido, la Mariposa de los Colores aprendió una valiosa lección jardinera.

Y desde aquel día tan florido, la Mariposa de los Colores aprendió una valiosa lección jardinera. Supo que, aunque a veces sus emociones se enredaran un poquito y se mezclasen como flores silvestres en un jardín, siempre podía contar con su amiga Clara (¡y con sus macetas de barro!) para volver a ponerlas en orden y sentirse mucho mejor.

Clara le devolvió la sonrisa, muy contenta de haber ayudado a su amiga Mariposa-Jardín.

Y así termina la historia de nuestra Mariposa de los Colores. Esperamos que este cuento os haya regalado un vuelo mágico por el jardín de las emociones, junto a la Mariposa y a Clara.

A través de sus alas cambiantes y de las flores del jardín, hemos aprendido que todas las emociones son como flores: cada una tiene su belleza, su color y su momento para florecer. A veces, en nuestro propio jardín interior, las emociones pueden mezclarse y enredarse, haciéndonos sentir confusos, como le pasó a la Mariposa. Pero, al igual que Clara hizo con las macetas, podemos aprender a darles un espacio a cada emoción, a entenderlas y a cuidarlas.

Recordad, queridos acompañantes de esta lectura, que ayudar a los niños a reconocer, nombrar y aceptar sus emociones es un regalo valiosísimo. Con este cuento, os invitamos a explorar juntos vuestros propios jardines emocionales: ¿Qué flores están floreciendo hoy en vuestro interior? ¿Cómo podéis cuidarlas para que crezcan fuertes y sanas?

Porque, al final, como nos enseña la Mariposa de los Colores, un jardín emocional bien cuidado es un jardín lleno de vida, de color y, sobre todo, ¡de mucha, muchísima belleza interior!

Os animamos a seguir conversando con vuestros pequeños sobre las emociones, inspirándoos en la magia de la Mariposa y la sabiduría jardinera de Clara. ¡Que este cuento sea solo el comienzo de un hermoso viaje por el fascinante mundo de los sentimientos!»

Recordadles a vuestros niños que todas las emociones son importantes y válidas. No hay emociones “buenas” o “malas”, solo emociones diferentes que nos ayudan a entender lo que nos pasa y cómo nos sentimos. Aprender a reconocer y a nombrar nuestras emociones, y las de los demás, es un paso muy significativo para crecer felices y sanos.

¡Esperamos que este cuento y estas preguntas os sirvan para tener una conversación bonita y relevante con vuestros pequeños sobre el maravilloso mundo de las emociones!

Con cariño,

Carlos Y Mariluz

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